Inventan bolsas plásticas que se disuelven y no contaminan el mar

Bolsas plásticas en el marLa acumulación de residuos plásticos en basurales, vertederos y cursos de agua genera un problema de tal magnitud que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente instó este año a buscar soluciones urgentes. Cada bolsa de nylon o envase PET arrojado a la basura, puede tardar entre 100 y 400 años en descomponerse, y algunos plásticos compuestos pueden tardar cerca de mil años en degradarse. Por eso, en todo el mundo, científicos y emprendedores han puesto manos a la obra y para desarrollar innovaciones como bolsas plásticas que se disuelven en agua, o en contacto con el aire o en el suelo.

La start-up chilena Solubag creó bolsas plásticas con un novedoso componente, el PVA (alchol polivinílico), que «permiten transportar el mismo peso que las convencionales, pero se disuelven en agua en pocos minutos, sin contaminarla». Por este desarrollo, los emprendedores trasandinos ganaron un premio de Singularity University, la universidad patrocinada por Google y la NASA.

En la Argentina, existen varios desarrollos en este sentido. Uno está a cargo de la compañía biotecnológica Bioceres, en Rosario, que produce bioplásticos a partir de residuos de la industria del biodiesel. Y en Rafaela, una industria láctea los está fabricando a partir de residuos de la lechería. No por nada, la provincia de Santa Fe podría ser la primera en contar con su propia Ley de Bioplásticos, que «impulsa la creación de un polo productivo, aprovechando los recursos de la agroindustria, y la existencia de una cadena de pymes extrusoras y fabricantes, que podrían reemplazar o complementar el plástico convencional por nuevos materiales más amigables con el ambiente», comentó el diputado provincial Joaquín Blanco, uno de los impulsores de esta iniciativa.

También Arcor, el gigante cordobés, está ensayando nuevos envoltorios biodegradables para sus alimentos y golosinas. Cada vez más, los mercados más exigentes (como el de la Comunidad Europea), exigen una trazabilidad total, tanto de los productos como de sus envoltorios. Y a nivel más emprendedor, la firma Mamaland creó una línea de bolsas biodegradables para residuos alimenticios y defecaciones de mascotas.

Sin embargo, es preciso aclarar que, mal utilizados (o vertidos en rellenos sanitarios en lugar de ser sometidos a procesos de compostaje), estos materiales pueden ser más contaminantes que el plástico convencional. De hecho, es frecuente la confusión entre biodegradable y oxodegradable, ya que este último no se degrada pero puede ser reutilizado o reciclado.

Para especialistas de Ecoplas, entidad que promueve el uso responsable del plástico, «existe un desconocimiento y prejuicio respecto de este material que puede ser reconvertido en nuevos envases, bolsos, prendas de vestir, caños para la construcción y muebles».

«Prohibir el uso de los envases y bolsas plásticas no es la solución -afirmó Verónica Ramos, gerente de Asuntos Públicos de Ecoplas-, sino que la clave es educar para la separación de estos residuos que así pueden ser reprocesados por la industria. Desde que se prohibieron las bolsas plásticas en la Ciudad de Buenos Aires, aumentó la generación de residuos porque la gente separa menos, y hoy tenemos una industria plástica recicladora con una capacidad ociosa del 50%», advirtió.

Fuente: El Cronista