Los polímeros «vírgenes» carecen de toxicidad incluso tras el envejecimiento ambiental.
Los plásticos son polímeros sintéticos de enorme utilidad en todos los campos de las actividades humanas y su producción global supera en la actualidad los 300 millones de toneladas al año, de las que una buena parte tiene como destino final los ecosistemas acuáticos. Conscientes de esta realidad, desde la Universidad de Vigo se mantienen abiertas diferentes líneas de investigación con las que se busca contribuir a aminorar el impacto ecológico de estos materiales y minimizar sus potenciales efectos nocivos para el ambiente y la salud. Uno de estos trabajos es Arpa- Acua, coordinado por la Universidad de Vigo y que permitió establecer una intensa colaboración entre la industria del plástico, representada por su principal centro tecnológico español, Aimplas, y la universidad gallega, en este caso, a través del grupo de la Universidade da Coruña QANAP, líder a nivel internacional en química ambiental, y de Ecotox, equipo de investigación en Ecotoxicoloxía y Contaminación Marina del Centro de Investigación Marina de la UVigo. Fueron tres años de investigación, financiada con algo más de 400.000 euros por parte del Ministerio de Economía y Competitividad, y las conclusiones no dejan lugar a dudas: las resinas (polímero sin aditivos) de polietileno de baja densidad (LDPE), PVC y poliamida “vírgenes” carecen de toxicidad, tanto acabadas de producir como tras envejecimiento ambiental, mientras que las del polímero biodegradable poli-hidroxi- butirato ( PHB) muestran cierta toxicidad, por lo que, desde un punto de vista ecotoxicolóxico, la recomendación científica es ser cauto en el referente al relevo de polímeros convencionales por biodegradables.
El proyecto, iniciado en 2016, buscaba contribuir a la selección de alternativas ambientalmente respetuosas en el referente a la composición química de los dichos polímeros y, para lograrlo, combinó la ecotoxicoloxía, la química ambiental y la ciencia de materiales, con el doble objetivo de, por una parte, seleccionar aditivos de utilidad para la industria que presenten menor impacto sobre el medio acuático de acuerdo la pruebas ecotoxicológicas con organismos marinos sensibles, y por otro lado, realizar una evaluación a priori del riesgo ambiental de bioplásticos alternativos de menor persistencia y toxicidad.
“La sinergia resultante permitió preparar materiales plásticos personalizados, diseñados con tecnología industrial pero en colaboración con los investigadores”, explica el catedrático Ricardo Beiras, líder de Ecotox y coordinador general de este proyecto. “De este modo pudimos diseñar plásticos constituidos por el mismo polímero ( polietileno, PVC, etc.) pero con distintos aditivos químicos, tanto comerciales como alternativos, y finalmente estudiar su toxicidad en medio acuático”, recalca Beiras, quien destaca que desde Ecotox se encargaron, sobre todo, de la puesta a punto de diferentes bioensayos marinos sensibles y estandarizados utilizados por el ICES. “Los resultados del proyecto conferirán ventajas competitivas a la industria española del plástico considerando la creciente demanda de estos nuevos tipos de plásticos ambientalmente inocuos la escala global”, recalca el investigador.
Después del estudio realizado, que se prolongó a lo largo de 36 meses, el equipo subraya que todos los materiales aditivados muestran cierta toxicidad, tanto usando aditivos químicos convencionales, como aditivos alternativos de origen natural, aunque para LDPE y PVC los alternativos reducen ligeramente la toxicidad. En el caso de los materiales estándar esta toxicidad está relacionada con su contenido en butil- hidroxi- tolueno (antioxidante) y triclosan.
Después del estudio realizado, que se prolongó a lo largo de 36 meses, el equipo subraya que todos los materiales aditivados muestran cierta toxicidad, tanto usando aditivos químicos convencionales, como aditivos alternativos de origen natural, aunque para LDPE y PVC los alternativos reducen ligeramente la toxicidad. En el caso de los materiales estándar esta toxicidad está relacionada con su contenido en butil- hidroxi- tolueno (antioxidante) y triclosan.
Fuente: Universidad Atlántico